19.9.06

OjO

«Tenemos las gafas que te sientan bien», se lee en el escaparate de una óptica multinacional, recurrente mecanismo publicitario en el que, dando por consabido lo sustancial o silenciando su carácter negativo, se acentúa la estética de lo accesorio. Las enfermedades de los ojos pertenecen al ramo de la oftalmología, una minucia sanitaria. Aquí, lo importante es la montura. «El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas; / es ojo porque te ve», decía Antonio Machado, un poeta antiguo, muy muy antiguo.

17.9.06

Roth

«A los pocos días, debido a la escasez de cadáveres y aunque no tenía más que una pierna, pasó al Instituto de Anatomía y, por un azar misterioso, recibió el número 73, el mismo que había llevado el recluso Andreas Pum», son casi las últimas palabras de «La rebelión» (Seix-Barral, 1984, p. 153), de Joseph Roth, idénticas en sustancia a «Su cuerpo yacía en la morgue, fue a la sala de disección. Porque se necesitaban cadáveres. Se aceptaban también los hinchados», igualmente casi últimas palabras de «El espejo ciego» (Acantilado, 2005, p. 101), del mismo Joseph Roth. Que los textos sean, respectivamente, de 1924 y 1925 no sólo no amortigua la reincidencia sino que acentúa la significación austrohúngara del desenlace, la necesidad narrativa de enviar a los protagonistas a un descuartizamiento anatómico después de haberse ido despedazando triste y dolorosamente en vida.

16.9.06

Telefilmes

Tenía yo comprobado (o creído) hasta hace poco que las series televisivas norteamericanas de mayor audiencia habían estado siempre en concordancia ideológica con el presidente de turno, de modo que a Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush o Clinton les habrían correspondido sucesivamente tramas detectivescas, humanitarias, neocapitalistas o progresistas (podrían anotarse títulos en columna como señeras cabezas de serie: «Colombo», «Raíces», «Dallas», etcétera, uno de esos ejercicios de furor didáctico en que los alumnos deben unir con una línea a lápiz cada serie con su gran presidente, cada sujeto con su predicado). En los últimos años han prevalecido y prevalecen dos tipos de estructuras telefílmicas: a) equipos policiales, forenses, médicos y demás con un jefe maduro al frente de cuatro o cinco subalternos de todo sexo, raza y condición, y b) seres dotados de un sexto sentido, el don de la adivinación, de la interpretación de los sueños, de la comunicación con el más allá, sea pasado, futuro o ultratemporal. No encuentro razón, sin embargo, pese a su carácter masivo, para decir que sean series estricta e ideológicamente «abushivas». O no siempre el poder del imperio es absoluto o tal vez se diluye en los resquicios.

4.9.06

Paronomasia

Como todas las mañanas, también hoy he salido a comprar el periódico, pero, prensa aparte, lo que me he traído ha sido un sonsonete con el que la función rítmica del lenguaje no deja de martillearme. Dos personas hablaban junto al paso de cebra y sólo me ha llegado la frase de una de ellas antes de cruzar: «L’han operao del peroné». Se trata de un enunciado escuetamente informativo que incluso podría prestarse a divagaciones épicas o a dramas deportivos. Sin embargo, aquí estoy frente a la pantalla mareando otra obsesión: cautivo de la paronomasia y escandiendo superanapestos.

3.9.06

Adhesión

«No en mi nombre», dice un anónimo.