29.5.07

O no

«Si en este país hubiera una democracia de verdad y no una dictadura como la que hay…», le iba aleccionando en la mañana del domingo un joven como de veintibastantes años a una joven de equivalente porcentaje. Cuánto sabe la gente, pensé, cuánta historia, qué grado de conciencia política: la sólida sabiduría del mileurero. No oí más, sin embargo, aunque ganas me entraron de dar la vuelta y seguir sigilosamente a la pareja para aprender, salir de mi desfase, comprender de forma clara y tajante y prontuaria la realidad, pero preferí al final quedarme en la ignorancia: el día de reflexión había pasado, el voto estaba emitido y en casa me aguardaban las últimas páginas de «Invitación a la resistencia», de José Antonio Gabriel y Galán. No debe renunciarse al pensamiento lúcido por recrearse en vanas parlerías.

25.5.07

Reflexiono

Donde vivo, en la esquina de la cuarta con la séptima, hay desde hace años un «elemento de mobiliario urbano» de doble orientación, un reloj-termómetro electrónico en el que juegan al escondite, alternas y sucesivas, la hora digital y la temperatura en grados centígrados. He leído en alguna disposición municipal de alcance que «los relojes, termómetros, portacarteles y otros elementos que den información simultánea a peatones y ocupantes de vehículos [como es el caso], deben situarse en puntos visibles para ambos», ordenanza sabia, loable y de agradecer. Lo que no dice la ordenanza es que deben funcionar. Lo evidente no necesita legislación: un reloj marca la hora; un termómetro, los grados. Punto. De ahí tal vez que una de las caras del reloj-termómetro haya sido siempre (esto es, siempre: años y años) caprichosa y errática, marcando en los momentos más álgidos y sublimes de su desvarío las 88:88. La otra cara, por envidia tal vez, o por íntima anomalía tecnológica, se averió hace un par de años y averiada sigue. Nadie reinicia, ni formatea, ni resetea las entrañas del elemento urbano. Por mi parte, como todavía no he perdido la costumbre de asomarme por las mañanas a consultar los grados centígrados que nos depara la providencia, cada día maldigo a quien me creó tanta ansiedad meteorológica y me arrepiento de ser un animal de costumbres, aquejado de esa apesadumbrada nimiedad aristotélica. Lo que campea perenne e indeleble, sin embargo, sobre la ofuscación digital de ambas pantallas es el anuncio rojo de un refresco de cola. Voy a dedicar la jornada a esta sola reflexión. No viviré tranquilo ni podré tener dignidad municipal alguna mientras en la esquina de la cuarta con la séptima puedan ser y seguir siendo las 88:88. He dicho.

23.5.07

Homóviles

Por sus melodías los conoceréis.

22.5.07

Curioserar

Como la errata señalada ya no se puede retirar, a veces ni se debe (recuérdese el célebre caso, no sé si apócrifo, de Ramón de Garciasol: «Y Mariuca se duerme y yo me voy de putillas», esa ene esquiva que convierte la ternura del silencio doméstico en propósito de burdel, lenocinio alejandrino), y aunque no se trate en este caso de una mejora textual a la manera indicada contra los periodistas y sobre los artistas por Karl Kraus («Si una errata permanece en una frase y ésta tiene sentido, se prueba que la frase no era una idea»), quede, pues, en la entrada, a pesar de todo y por siempre, «curioserar». Y sea el agudo António Antònio grave, o viceversa. ¡Buona sera!

20.5.07

Ítem

Todos los veranos, casi sin excepción, me acerco una tarde a Vila Real de Santo Antònio a dar un paseo, tomar un café y curioserar en un par de librerías, casi librerías, debería decir, porque se trata de un quiosco de prensa pequeño e irregular, con amontonamiento horizontal de libros de bolsillo, y de una papelería que combina fotocopiadora con productos de playa y un anaquel de clásicos económicos y modernos saramagos. En esta última compré hace cuatro o cinco años un libro de tapa dura y apariencia infantil: Cesário Verde, ‘Poesía completa e cartas’, MEL (Modena Editorial Lavores), julho de 2001. Como unos y otros recorremos los mismos caminos, vengo yo también ahora, este domingo, a recaer sobre él por poderosa y oportuna razón periférica. Y el verso que tengo yo copiado desde entonces, por viejas lealtades y osadías, por autocomplacencia retroactiva, dice: «Meu velho professor nas aulas de latim!».

14.5.07

Geometría

Vigor de las paradojas: es una novela redonda y cuadrada.

12.5.07

Campaña

«Vender proyectos», claman las voces, los altavoces: ¡desoladora locución política, infame neosintagma liberal!: un «vender, vender, vender» que habremos de «comprar, comprar, comprar» por firme responsabilidad civil: reducción del sistema a mercancía, bazar del voto, democracia en ofertas o rebajas. ¡Ah de la polis...! Nadie nos responde.

7.5.07

Léxico

«Erudición.- Acción de erudir».

[Tal responde un alumno, en ejercicio de preselectividad, a la pregunta «Define los siguientes términos sin recurrir a sinónimos». Erudamos, pues.]