27.5.10

Usuario

Juego como usuario a corazones y cada temporada doy distintos nombres a mis rivales, que, como son tres, suelo agrupar en tríos. Ahora lucho clic a clic contra Sócrates, Platón y Aristóteles (otras veces me he enfrentado a Esquilo, Sófocles y Eurípides, a Horacio, Virgilio y Ovidio, a Ditalco, Audax y Minura, a don Quijote, don Juan y la Celestina, a Sancho, el cura y el barbero, etcétera) y tengo comprobada hasta el hartazgo la competencia lógica de cada uno en el juego de naipes: Sócrates es el más inocente, Platón el más astuto y Aristóteles el más irregular. Suelo mantener un promedio de victorias en torno al cincuenta por ciento, más menos dos, podría decir, según las rachas. Esta tarde, sin embargo, estoy completamente hundido: en cinco juegos seguidos, a las primeras de cambio, me ha endosado Platón los 13 estrepitosos puntos de la insobornable reina de picas. Ante tan persistente ensañamiento y tan obstinada virulencia, he decidido, pues, desterrar a Platón de la república virtual de microsoft (allá él con sus ideas en Siracusa) y sustituirlo por Balmes, o alguno así. Echaré de menos a Sócrates e incluso a Aristóteles, que serán necesariamente rebajados a niveles decimonónicos, Menéndez y Pelayo, por ejemplo, o viceversa. Tengo que pensarlo.