11.9.05

Inlectores

Puesto que la vida es una combinación de esfuerzo y de placer o, según se prefiera cara o cruz, de pereza y de dolor, es comprensible que cada cual procure conseguir alguna forma de equilibrio entre estos polos. Beatus ille qui encuentra placer en el esfuerzo, mas rara avis. Lo placentero es la pereza. Así pues, «no leer» por pereza es humano, es natural. Pero quien no lee por pereza no presume: lo confiesa tal vez, se disculpa, no tiene tiempo, etcétera. Por el contrario, el arrogante «yo no he leído un libro en mi vida» de ciertos personajes populares es una presunción cultural, una perversión propia de the western way of life, ufana soberanía del lujo material y dócil proscripción del lujo intelectual: «Ved, pobres infelices, con qué poco esfuerzo he conseguido tan gran placer». Adviértase, en este sentido, que nadie presume de no saber o de no tener cultura. Sin embargo, hay ignorantes y hay incultos. También hay escritos legibles e ilegibles. No hay, en cambio, ni puede haber «inlectores»*.

Este apunte admite desarrollo. Pero me puede la pereza.