Meridiano
«Gobernar a los buenos cuesta muy poco. Poquísimo. Y a los malos no hay modo de gobernarlos. Al menos que yo sepa», dice el veterano sheriff de la última novela de Cormac McCarthy traducida al castellano («No es país para viejos», pág. 54), verdad antigua con aplicación de tan amplio espectro que reducirlo a la instrucción pública o a la perversión política o al rayo que no cesa o a la malevolencia de los medios o incluso a la ceguera del victimato, como era mi intención inicial en esta entrada, es una frivolidad. Me consolaré, pues, sin derivaciones ni efectos secundarios, con la épica áspera y árida del autor de «Meridiano de sangre».
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