Tin tachín ná
«Había estado más que dispuesto a conceder a la gente de la escuela el derecho a tener un lenguaje o una lógica extraños», escribe Alice Munro, en ‘La vista desde Castle Rock’ (pág 115), sobre la primera experiencia escolar de su padre, en torno a 1913, de lo que puede fácilmente deducirse que, al cabo de un siglo, o de los siglos, nada cambia, o cambia poco, que la falta de concordancia entre el conocimiento y la experiencia es mal común en los años de estudio (incluso no obligatorio) y que el error sólo se advierte cuando todo remedio ha sido derrotado por las necesidades de la sobrevivencia. De ahí que, aunque sea (que no lo sé) recurso de la traducción castellana, una ilustración que cuadra muy bien a este propósito sea el padre de Alice Munro entrando de niño en una papelería diciendo: «Tin tachín ná». A saber: tinta china.
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