Plasencias
Volviendo al ‘Plasencias’
plural (que ayer decía) de Álvaro Valverde, se me ocurre también apuntar un
presentimiento que, en cierto modo, tal vez se deba, por una parte, a que
(aunque «desde fuera») yo mismo conozco y reconozco los lugares (como se ve, la
pluralidad es a un tiempo múltiple y singular) y, por otra, a que soy antiguo y
asiduo lector de su poesía, a saber, que advierto aquí una adecuación del ritmo
poético (poético, insisto: no quiero decir métrico) a la ciudad que el poeta
recorre —las calles, los edificios, el río, los aledaños que han ido sucumbiendo
a la expansión y a la demografía—, como si el contenido hubiera encontrado su más
justa expresión, el significado su significante y la materia, en fin, su forma
y su formulación, de modo que, en el runrún del usuario que lee y camina (c'est à dire, moi-même), a los
atributos cotidianos del trayecto, del escenario y de la ruta, se añadirá ahora
el eco de estos versos, su plácido sosiego.
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