31.12.16

Los armarios de Notivol

Alguien me dijo que, en su particular sansilvestre narrativo, Elías Moro (que algo tiene de embajador extremeño en Aragón) había elegido las tres novelas del año, de ‘su’ año: ‘Patria’, ‘Nemo’ y ‘Vaciar los armarios’. Basta a menudo la mención de un libro para que me entren deseos irresistibles de leerlo, de ahí que, como ya había leído en septiembre la novela de Aramburu (con compulsión y voracidad adolescentes, he de decir) y como no creo que deba ponerme a estas alturas a leer ‘Nemo’, me vea ahora avanzando viento en popa por ‘Vaciar los armarios’, de Rodolfo Notivol (Xordica, 2016), una historia a la que cabría aplicar (e imagino que más de una reseña habrá de hacerlo o lo habrá hecho: nada sé de Notivol) la célebre máxima de Tolstoi sobre las familias, una familia, aquí, muy numerosa, con padre y madre —¡y qué madre!—, con una «abuela Nico» y una «abuela grande» y otra «abuela chica», y con los hijos, Celia, Marina (que es quien habla), Marga, Pedro, Álvaro, Roberto, Joaquina, Miguel y Gloria (una hija de Gloria es la destinataria del relato), todos ellos con su carácter y sus adversidades a cuestas, y los maridos y las mujeres y los hijos y los suegros a veces, a lo largo de todo el siglo xx en Zaragoza, una historia múltiple, en la que los hechos, tan comunes en su diversidad, están por encima de su invención, y escrita con la más verosímil prosa oral (que es la que sin serlo lo parece), un «vaciar los armarios» familiares tan en consonancia, por otra parte, con los habituales recuentos de fin de año que, con el mismo fervor adolescente de septiembre, ando a ver si llego a la página 381 antes de las uvas, los mazapanes y el champán, y así concluyo el año con el deber cumplido y con el ánimo lector en alza.