22.8.05

Balalaica

Una obsesión melódica me domina en este mes de agosto. Empecé oyendo de pronto una noche una musiquilla que no era de afilador, sino «como de móvil», pensé, o de ordenador, una música mecánica, esquemática, simple, nota a nota, molestísima. Me resultaba conocida, pero no lograba identificarla. Al cabo de un rato volvió a sonar. Y al cabo de un rato sonó de nuevo. Y al cabo de un rato... Etcétera. Maldije. Volvió a sonar a la noche siguiente: una, dos, tres, cuatro, qué sé yo cuántas veces. A la tercera o cuarta noche decidí investigar (mentalmente, se entiende, sin salir de la cama, a solas en la noche con el politono o lo que fuere). Ahora era yo el que esperaba la musiquilla, que, por otra parte, nunca falla. He identificado finalmente la melodía: tatatá tata tata tatá. Creo que es una antigua canción del verano y suena cada siete minutos. Conclusión: algún vecino se ha ido de vacaciones y se ha dejado encendido el despertador. Y no hago otra cosa que oírla de noche y silbarla o tararearla de día. De la letra sólo he conseguido recordar tres palabras: «toca la balalaica». Caso resuelto. Todo el mes de agosto llevo, pues, tocando la balalaica. Compadeceos.