Márgenes
Me detengo, según voy leyendo, en el principio de un párrafo: «Mi alce, señor, mi alce domesticado, aquel por el que sentía tanto amor, fue aniquilado por los desatinos de un patán italiano», lo releo, tengo la impresión de conocerlo, de haberlo leído antes, aunque es imposible, porque son las palabras que John Banville pone en boca de Tycho Brahe en su primer encuentro con Johannes Kepler en las cercanías de Praga (John Banville, ‘Kepler’, Pocket Edhasa, 2004, pág 86), hasta que recuerdo al fin el carmen LVIII de Catulo: «Caeli, Lesbia nostra, Lesbia illa, / illa Lesbia, quam Catullus unam / plus quam se atque suos amavit omnes…», ceso en la averiguación y sólo me pregunto cuánta deliberación había, y si la había, en John Banville y en el planto por el alce, domesticado y dulce, de Tycho Brahe.
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