16.10.10

Fiebre

Cuando, tras un sueño intranquilo y lleno de pesadillas, desperté esta mañana, aún seguí mucho rato inmóvil entre las sábanas con los ojos cerrados devanando el delirio de una angustia disyuntiva: haberme convertido en un monstruoso insecto o, mutatis mutandis, que el dinosaurio todavía estuviese allí, al acecho.