21.6.05

Dura lex

Hay frases que se graban en la memoria, porque produjeron alguna vibración intelectual o cierta agitación estética, y que se reproducen siempre que nuevas situaciones las reclaman, porque iluminan la penumbra, la opacidad o la ligereza del presente. Pongo un doble ejemplo, el retrato que traza Bertrand Russell en «Historia de la filosofía occidental» sobre Schopenhauer cuando escribe: «Estima la paz más que la victoria», y el memorable diálogo que mantienen padre e hijo al final de «Las bicicletas son para el verano», de Fernando Fernán-Gómez (directed by Jaime Chávarri): «Ahora ha llegado la paz», dice Gabino Diego; «No, Luisito», responde Agustín González, «no ha llegado la paz, ha llegado la victoria». Ni Russell ni Fernán-Gómez necesitan glosa para erigirse en prudentes, sabias y justas contrafiguras de quien, como presidente de la AVT, no dice literalmente pero proclama cada día entre banderitas: «Prefiero la justicia (dura lex, por supuesto; es decir, la victoria) a la paz».