15.6.05

Antojo

Vi de joven una película de Claude Chabrol. No recuerdo el título, ni la trama, de donde deduzco que no se trataba de una obra maestra, pero no he olvidado la presencia, como actor, de Orson Welles contando una historia poderosa. Un sabio se casó con una mujer hermosa. Sólo una casi imperceptible imperfección enturbiaba su hermosura: un lunar en la mejilla. El sabio, entonces, puso su sabiduría al servicio de la belleza y, encerrado en el laboratorio, compuso una sustancia prodigiosa que aplicaba cada día sobre el rostro de la mujer. Pronto el ungüento se reveló eficaz, pues el lunar, en efecto, disminuía poco a poco, hasta que finalmente desapareció. Cuando el lunar desapareció por completo, la mujer murió. Y es este el momento de la película que mejor recuerdo, la conclusión del cuento, la frase final de Orson Welles. «La imperfección era la vida», dice. Durante mucho tiempo he recordado la historia y el final, sin mayor preocupación, pensando que sería una invención del propio Welles, a la manera como dicen que hizo en «El tercer hombre» con su reflexión sobre los suizos y el reloj de cuco. Sin embargo, hace tres o cuatro años, en una encuesta de esas que se hacen a veces a escritores, alguien dijo que su cuento preferido era «El antojo» y no sé por qué el título del cuento me hizo evocar la historia de la película de Chabrol. Durante un tiempo anduve investigando, buscando cuentos con ese título, pero sin tener la menor idea sobre el autor. Hasta que me cansé. El verano pasado, leyendo «El libro de las ilusiones», de Paul Auster, me encontré de nuevo con la historia. «La marca de nacimiento es ella misma. Si desaparece, ella también desaparece», escribe Auster. Pero ahora ya se mencionaba a Nataniel Hawthorne. Busqué entonces «El antojo», de Hawthorne, en la red, inútilmente, hasta que de pronto, y casi por azar, lo encuentro en librodot.com como «La marca de nacimiento». Lo tengo, pues: quince folios. Pero, al cabo de los años, no sé si leerlo o quedarme definitivamente con la versión mínima y esencial de Chabrol & Welles.