2.10.05

Gibson

Empecé a ver en televisión «La pasión de Cristo», de Mel Gibson, con la curiosidad de comprobar su (así llamado) realismo, pero sólo aguanté unos minutos, hasta el momento en que la mujer, ante un proyecto de mesa y sillas, le dice al carpintero (eso sí, en arameo): «No creo que tenga éxito», como si, en lugar de con un sencillo artesano al pormenor, hablara con un proveedor de Ikea o Carrefour. Supongo que habrá luego sangre cruda y saña polícroma y que muchos sectarios de Cristo habrán confundido la crueldad con el realismo, pero las palabras de la mujer no sólo no pueden ser realistas sino que son reflejo infame del furor neocón que viene del imperio y que, si no repara en la condición humana ni en la vileza de usar la religión como soporte ideológico, menos va a reparar en anacronismos, imperceptibles menudencias que, sin embargo, acusan, delatan y condenan. Off. Stand by.