Víctimas
Que la violencia no debe ser un medio para obtener un fin (otra cosa es que no lo sea y no lo haya sido siempre) es máxima comúnmente admitida. Pero que tampoco el dolor (la sangre derramada, el martirio religioso, el trágico heroísmo en el combate, etcétera) debe ser un medio para obtener un fin parece máxima, en este presente aciago y ciego, de más difícil aceptación. Y, sin embargo, humanamente hablando, esgrimir el dolor, individual o compartido, como medio y como razón política, es también, además de una triste desacreditación de ese dolor, una forma engañosa y justiciera de violencia.
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