Apódosis
En cambio, para quien desdeña todo el misticismo romántico tras el que a menudo se enaltece la tarea puramente física de escribir y para quien el socorrido temor a la página en blanco no pasa de ser una hueca arrogancia retórica, no dejan de tener verdadero y riguroso interés, más allá de toda prosodia, las palabras con que Jean Améry cierra el último ensayo de sus «Años de andanzas nada magistrales» (Pretextos, 2006): «Escribir es un oficio como otro cualquiera», dice (pág. 195).
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