2.10.06

Apunte

He empezado a leer, por interés personal y por sugerencia de gente fiable, «El fuego secreto de los filósofos», de Patrick Harpur, y, andando en ello, me he tenido que poner a releer, por imperativo académico y con un punto de nostalgia (ergo libenter), las «Leyendas», de Bécquer. Conclusión: no deja de sorprenderme cómo del azar de simultanear ambas lecturas surja una eficacia tan extraña y oportuna como que los dáimones, zombis, trolls y demás Gente Pequeña de que escribe Harpur conviertan en razonable y hasta racional la romántica y tenebrosa y aterradora peripecia del miserere, el monte de las ánimas, los ojos verdes o maese Pérez, el organista. Nunca acabaremos de comprender lo que comprendemos, me digo. Rayos de luna, en fin.