Carrilizar
Durante mucho tiempo, en los puentes y en las fechas de desplazamientos masivos, he disfrutado del notable privilegio de ir contra corriente, esto es, de dirigirme al sitio de donde la gente huía y, cumplido el plazo de ocio y ajetreo, salir del sitio al que gente regresaba, lo que, en términos automovilísticos, se traducía en tener la carretera (casi) para mí solo. Hasta que, con la proliferación de autovías y en previsión del caos, las autoridades del tránsito rodado han decidido que los menos vayamos de uno en uno, a paso lento de camioneta, y que los más vayan de tres en tres, para no ir a paso quieto. El caso es que en uno de estos mansos trasiegos me pasé el viaje divagando morfologías. Un anuncio digital de carretera avisaba de modo intermitente de la situación que yo iba padeciendo durante kilómetros y kilómetros, cientos y cientos de conos rojos, frágiles, irregulares y volanderos: CARRIL IZADO, leía una y otra vez. Y, entonces, recordando un ensayo (por muchos motivos memorable) de Ferlosio en el que, junto al verbo traspunte y los adverbiales tristes, estudiaba los sustantivos formados por verbo más complemento directo (cortaúñas, pintamonas, destripaterrones), decidí indagar en la posibilidad contraria: verbos compuestos por un complemento directo y otro verbo. A la vista tenía el ejemplo estelar: «carrilizar» (acción de levantar conos rojos en el centro de la autovía, etcétera). Su empleo, incluso, permitiría ironías, burlas, quejas, broncas, titulares: «La DGT carriliza la A-VI», mensajes predeterminados, etcétera. Así, con más o menos encono o enconía según los casos, he ido entreteniendo y padeciendo mis tristes y desesperantes carrilizamientos. Hoy, sin embargo, en un regreso prematuramente «carrilizado», he advertido con desencanto un error de percepción: el letrero que me obsesionó tiempo atrás no decía CARRIL IZADO sino CARRIL IZQDO. Y debajo, entre la descripción y la vulgaridad: CORTADO.
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