10.11.07

Iconografía

Para el Señor de Portorosa
En ‘El juez de la horca’, de John Huston, el juez Roy Bean (que es Paul Newman) siente una veneración adolescente, estética, casi religiosa, por la señorita Lillie Langtry (Ava Gadner), una actriz británica en cuyo idolatrado nombre implanta su propia ley al oeste del río Pecos. La producción industrial de símbolos, ídolos, iconos, de belleza física que es en gran medida el cine nos convierte a todos en secuaces de Roy Bean. Así las cosas, si tuviera que colocar una imagen femenina para impartir justicia en un saloon del ‘far west’ ampliaría una vieja foto en blanco y negro de Faye Dunaway. Pero como los símbolos son inalcanzables y la perfección no existe, tal vez me sentaría en una terraza de los Campos Elíseos para ver pasar a la joven norteamericana que pregona el New York Herald Tribune en ‘A bout de souffle’, de Jean-Luc Godard. La fotografía que adjunto, sin embargo, está en consonancia con el desventurado final de la muchacha que, si en la película de Godard, citando a Faulkner, entre la pena y la nada elige la pena, en la realidad del dolor y el sinsentido eligió definitivamente la nada. No se trata de una evocación manriqueña (recuerde el alma dormida, etcétera), sino de una prueba documental y un testimonio: no pude pasar de largo, en el cementerio de Montparnasse, sin usar la cámara.