17.12.07

Santa Bárbara

Desde la ventana se aprecia, año tras año, el paso de las estaciones y el poblamiento expansivo de la sierra, de forma que frente al vehemente verdor de mayo, la desolación esquemática de enero, la madurez sólida y sustancial de agosto o la melancolía amarilla de noviembre, con su vigor poético, se acrecienta el despojo de la naturaleza y su devastación, la infame progresión del hombre y sus residuos, la violenta invasión del edén de la sierra. «Arva ferro populatur et igni». Al margen, en un ángulo de esta dialéctica cruel de tiempo y urbanismo, sobresale, con humildad silvestre, un pequeño arbusto, exiguo y descatalogado, insignificante y solitario, que, frente a todos los demás árboles desnudos y a despecho de las crudas heladas de diciembre, aún conserva el tesoro de sus hojas amarillas, intensamente amarillas, una metáfora postrera de fortaleza y perseverancia en la intemperie.