Ser o no ser
«El 1 de junio de 1599, el arzobispo de Canterbury prohibió los epigramas, pasquines y las sátiras en verso», leo hoy, 1 de junio de 2009, en ‘Shakespeare. La biografía’, de Peter Ackroyd (pág. 567), lo que, dada la coincidencia de fechas (y aunque ya nos han enseñado los antiguos maestros que se producen con regularidad matemática y carecen, por tanto, de otro valor que no sea la pura y hueca coincidencia), asumo como un guiño isabalino contra mis coplillas futboleras y demás metros burlescos. Recuerdo, de paso, un episodio escolar reciente. Plantea el libro de texto de 4º de ESO si en el verso «Ser —y no ser—: eternos, fugitivos», de un soneto de Blas de Otero, hay antítesis o paradoja, que en tales sutilezas retóricas se mueven a veces las, así llamadas, actividades. «¿Tú sabes quién es Hamlet?», le pregunto a un alumno de la primera mesa antes de aplicarme a la demostración. «Sí, claro», responde con total seriedad y con sonrisa de whew emoticono, «Hamlet y Gretel».
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