26.4.09

Hipérbaton

En la barra de un bar asistimos distantes a un diálogo ajeno.
—Es un pobre hombre absoluto —dice Asdfg, caña en mano.
—No —precisa Qwert, ondeando al aire con ademán taurino la alta copa de un crianza—, es un absoluto pobre hombre.
Conclusión: sólo el vino y la cerveza del mediodía dominical dan pie a un tiquismiquis de gramáticos jocosos (o tal vez en trance de psicoanálisis retórico: la sintaxis es una facultad del alma) sobre la posición complementaria o adyacente del adjetivo «absoluto».