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Desconfía, joven, de las frases de sintaxis reversible (no de los palíndromos, que obedecen sólo a las travesuras de la razón fonética), esto es, de aquellas en las que el sujeto puede convertirse en predicado y viceversa (verbigracia: el fracaso es una forma de esnobismo / el esnobismo es una forma de fracaso), porque carecen de significado y porque no hay que alimentar la perversa filosofía del calcetín.