21.7.12

Oír a Darío

Andaba yo como de costumbre ideando un palíndromo in mente mientras conducía, sobre un núcleo «oírnos / sonrió» (o viceversa), pero no le encontraba acomodo válido ni solución curiosa, pues, por ejemplo, en «Sam al oírnos sonrió más» sobraba «al» y no había forma de incluir «la» y en «Nada más oírnos sonrió Sam Adán» resultaba la onomástica contradictoria y excesiva, de modo que apenas llegué a destino tecleé la base en un buscador. Apareció entonces la voz del Yavé de los palíndromos, por medio de su profeta Darío Lancini, hablando desde el plural mayestático de la creación con el primer poblador del paraíso en una clara muestra (lo que me dejó realmente satisfecho, sólo eché de menos un punto de melancolía por el error) de que mis tentativas no iban desencaminadas: ADÁN, AL OÍRNOS SONRIÓ LA NADA.