14.6.12

Verstas

Oyendo la simple, cansina e insulsa perorata de un individuo en la mesa de al lado mientras tomo café se me ocurre de pronto una historia de la que por ahora sólo tengo cita previa: «Centenares de verstas de la desierta, monótona y quemada estepa no pueden causar tanto tedio como un hombre que está sentado, habla y no se sabe cuándo se irá» (Antón Chéjov, «La casa del sotabanco»). No sé si seguiré. Este apunte me libera.