Formulación
Que mucha gente ha interiorizado los modos y los modales de los pilotos que
pugnan entre sí en los sinuosos circuitos de carrera desparramados por el mundo,
tal vez, sobre todo, como consecuencia de la propaganda de la «fórmula uno» (tales
los efectos del consumo televisivo indiscriminado: que las imágenes se instalan
de manera indeleble en la subconciencia y modifican las conductas), lo tengo de
sobra comprobado cuando voy con prisa por alguna de las calles que nacen o
mueren en la plaza, en especial por la calle del Sol, pues no es infrecuente
que el individuo que camina delante de mí, más peatón que transeúnte, con la estrategia
defensiva de los pilotos que aspiran al podio y se entregan a sucias maniobras,
me corta el paso ahora por la derecha ahora por la izquierda ahora frenando en
seco, como si llevara un retrovisor incorporado y quisiera evitar a toda costa que
yo pudiera adelantarlo y llegar en primera posición ante los santos y los reyes
que aguardan en boxes, a saber, san Pedro de Alcántara, en humilde pedestal, y el rey Alfonso VIII, en insigne caballo.
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