26.8.13

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No es tontería que al fin hoy manifieste
que hubo un tiempo, ¡ay, entonces!, ¡ay, antaños!,
en que cumplía mis ocios ermitaños
devorando novelas del oeste,

de las que más que colt, sombrero y veste,
en mis ocios de tierra de murgaños
quedan los siempre veinticuatro años
del típico épico héroe archiueste,

héroe de casta aférrima y bravía,
pobres héroes intrépidos low costo,
retóricos del plomo y del teatro,

que hoy me arrancan, en fin, esta elegía,
precisamente un veintiséis de agosto,
por tan exactos años veinticuatro.