20.1.14

Ergo

Como bajo a menudo hacia la puerta de Talavera desde casa y han sido más veces las que no que las que sí, incorporado de facto, y aun de iure, a la lista negativa del callejero insolidario —me viene a la memoria la abultada libreta de Willy Danaher—, el hombre necesitado ya no me da los buenos días.