12.5.05

Entre comillas

«Tontiastutas y autosatisfechas, las comillas se pasan la lengua por los labios», por eso, aparte de para la transcripción de cita, Adorno admite su uso «a lo sumo cuando el texto quiere distanciarse de una palabra a la que se refiere». Ahora, sin embargo, las comillas se han trasladado al habla. Continuamente se oyen en la conversación esas dos palabras: «Entre comillas», enfatizadas con un gesto de ambas manos (las comillas requieren apertura y cierre), moviendo los dedos índice y anular como orejas de conejo. Sin embargo, este empleo verbal y gestual de las comillas no tiene nada que ver con la tontiastucia y la autosatisfacción que censura Adorno, sino que obedece a un proceso de vaciado creciente de la lengua, al deseo de no usar las palabras en toda su extensión, a la tontiastuta precaución de no morir como el pez. Ha habido épocas en que esta función menguante se expresaba con fórmulas como «de alguna manera» o «digamos», de modo, por ejemplo, que, si recaía sobre alguien alguna sospecha o culpabilidad, ya era «de alguna manera sospechoso» o «(digamos) culpable», donde «de alguna manera» mermaba la totalidad de la sospecha y «digamos» substraía un tanto por ciento de la culpa. La tipografía se ha apoderado ahora de ese filtro de la expresión y, en consecuencia, ese mismo alguien de los ejemplos anteriores sería hoy «entre comillas, sospechoso» o «entre comillas, culpable», o sea, ni sí ni no.