Publicidad editorial
«Una obra que no dejará a nadie indiferente», dice con pertinacia radiofónica la publicidad editorial, no sin ton ni son, sino con más son que ton. Salvo a los que no lean el libro que se anuncia, me permito añadir (moi même, sin ir más lejos: nunca leeré un libro que se apoye en esa trampa). Ergo la publicidad editorial que pretende hacernos creer que favorece un libro concreto va, de hecho, en contra de la lectura en general. «Que venda yo lo que edito: / lo demás me impota un pito», glosaría tal vez Góngora («Ande yo caliente / y ríase la gente», se me ocurre pensar). Lo demás es silencio y, como bien se sabe, los silencios no se editan.
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