29.6.05

Trillo

No comprendía Steiner (o se negaba a comprender) que alguien pudiera compatibilizar el trabajo diurno en los hornos crematorios con las plácidas audiciones nocturnas de Mozart o con la serena lectura crepuscular de Goethe. Nos engañamos pensando que el arte mejora al hombre o que lo dignifica. He ahí Trillo. Ha leído y estudiado cum laude administrativo a Shakespeare, pero ha salido indemne de su genio poético y dramático. Ni la vehemencia trágica ni la viveza cómica del dramaturgo inglés han hecho mella en él, chusco figurante ahora de una tragedia grotesca ideada por Arniches o de un astracán de Muñoz Seca. La estética costumbrista sembró en el siglo XIX moralidades cuyo fruto perdurará todavía (según creo) tres generaciones.