22.6.06

Moralia

Sorprende la arrogancia del reo ante el tribunal, y tal vez en esa capacidad de sorpresa, en la imposibilidad de comprender que se añadan burlas al crimen y chanzas al dolor, radique lo que entendemos o queremos entender por «humano», pese a que el cine y la literatura han desarrollado hasta la desmesura esa doble condición del «malo»: hacer el mal y no sentirlo, hacer el mal y celebrarlo, un grado de celebración que se extiende por una interminable escala de arquetipos, desde la más primitiva brutalidad animal hasta los más complejos entresijos de la psiquiatría y la neurología. Pero quizá esa sorpresa y ese sorprenderse sean un modo (inconsciente, o intuitivo, o socialmente inducido, o producto de una gramática de los sentimientos, etcétera) de situarse en el bando de los «buenos», de declararse «humano», como un certificado o un expediente autónomo de la propia bondad. Y esa complacencia moral tal vez también sea, en sí misma, inmoral.