17.12.06

Participación

Llevo un décimo, el décimo, mi décimo: oficio hecho, misión cumplida y no vaya a ser que. Ahora bien, si alguna vez, por navidad (o incluso por el niño, de improbabilidad exponencial), me tocara o me tocase el gordo, prometo por Dios y juro por mi honor no aparecer en los telediarios dando saltos euróticos ni descorchando o esgrimiendo una botella de champán, cava o comoquiera que termine llamándose ese vino espumoso de galas, brindis, euforias, parrandas y celebraciones. He dicho.