27.5.05

Facilidades lectivas

Me recomiendan una novela que desconozco. «Se lee muy bien», argumentan. ¿Basta que se lea bien, me digo, para que sea conveniente y provechosa su lectura? Como el criterio de la facilidad es sospechoso, e incluso culpable, hago el propósito, sin atenuantes, de no leer la novela en cuestión. Y, para no reflexionar en vano, hago extensiva la condena a lo que bien puede llamarse, como eco de un título lejano y memorable, «facilidades lectivas».