Curioserar
Como la errata señalada ya no se puede retirar, a veces ni se debe (recuérdese el célebre caso, no sé si apócrifo, de Ramón de Garciasol: «Y Mariuca se duerme y yo me voy de putillas», esa ene esquiva que convierte la ternura del silencio doméstico en propósito de burdel, lenocinio alejandrino), y aunque no se trate en este caso de una mejora textual a la manera indicada contra los periodistas y sobre los artistas por Karl Kraus («Si una errata permanece en una frase y ésta tiene sentido, se prueba que la frase no era una idea»), quede, pues, en la entrada, a pesar de todo y por siempre, «curioserar». Y sea el agudo António Antònio grave, o viceversa. ¡Buona sera!
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