Pan
«Defiendo el pan de mis hijos», declara un futbolista con contrato millonario en euros, milmillonario en pesetas. No es culpable de nada, sin embargo. Viene de la pobreza, como Gamoneda, pero, al contrario que el poeta, carece del don de la palabra nueva: usa frases usadas, locuciones gastadas, tópicos (que eran verdades) de jornalero a destajo o de destripaterrones neorrealista. ¡Pero qué propociones tan astronómicas, o tan galácticas, ha alcanzado la humilde sinécdoque de «ganarás el pan con el sudor de tu frente» y de «el pan nuestro de cada día»!
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