18.6.07

Eautontimouromenos

Frente al viejo «homo sum; humani nihil a me alienum puto» (soy hombre y nada humano me es ajeno) se alza ahora y se expande por doquier (la he visto en puertas cerradas e infranqueables, incluso en una catedral turística) una sentencia que tal vez empezara siendo mera advertencia de peligro en el ramo de la construcción, una llamada a la prudencia, acaso también un modo de evitar complicaciones por daños y perjuicios, y que cada vez se aproxima más a la amenaza de un moderno «Cave canem!» o a la ocultación de quién sabe qué aquelarre de contrabando clandestino o qué fechoría de iure, es a saber: «Prohibido el paso a toda persona ajena a la obra». Ganas me dan siempre de pasar y, en caso de apuro, citar a Terencio, pero no: sólo somos ajenos entre ajenos.