6.7.07

Kamikazes

El llamado conductor suicida, o kamikaze de autovía, que avanza a velocidad de circuito por el carril contrario no está tanto exhibiendo temeridad o demostrando sangre fría como proclamando su fe en la humanidad: está seguro de que quien venga de frente terminará apartándose. Podría decirse lo mismo de otras muchas temeridades y otros muchos contramandamientos (que el ladrón certifica el carácter social del dinero, que el blasfemo corrobora la existencia de Dios, etcétera), a saber: que se basan precisamente en aquello contra lo que actúan y que, aparte del mal que puedan ocasionar, sólo incrementan la solidez social o humana o religiosa contra la que alzan su delirio. No así, tal vez, tristemente, y en el sentido amplio de los tres poderes, algunos sonoros políticos (de «polis», para mayor indignidad e indignación): su kamikazería, su hurto y su blasfemia se deben a su mala fe, a su inhumanidad, a su falta de fe. Hay una «a-» que llaman privativa y un «in-» que significa negación. Abundan los prefijos. Agítense.