Portorosa
Preocupado y en ascuas me tiene el señor de Portorosa, un hombre ecuánime y sensato sentado en una silla. Una y otra vez entro en su señorío con la esperanza y el temor de averiguar al fin cuál es el camino correcto y doloroso, y qué males le aquejan, y qué tribulaciones. Extraño mundo éste de los afectos virtuales.
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