27.7.11

Ivlivs

Se diría que, contra toda providencia divina y estadística y a pesar de las deudas y el déficit y demás inclemencias presupuestarias, las nuevas corporaciones municipales hubieran decidido encender el aire acondicionado de la urbe cada noche para ahuyentar el verano y los rigores del calor, que tanto juego dan, como señala Yoko Ogawa en 'La fórmula preferida del profesor': «El verano pasa / mientras decimos / qué calor, qué calor».