22.8.12

Ciclistas

«Provocaron la caída y tenían que haber parado», dice un titular de prensa, palabras quizás, tal vez, de un ciclista que se vio involucrado en una caída (y digo ‘quizás, tal vez’ porque en el cuerpo interior de la noticia se lee: «Y han tenido los cojones de no parar»). Bien, me digo, reflexionemos: si P no Q, si Q no P. Si acaso no hubieren provocado la caída (sujeto: ellos), bien se deduce del sofoco que no parar no habría tenido nada que ver con los cojones: ¡allá cada cual con su equilibrio, que cuando unos caen siempre hay otros que se alegran y se alejran! Y al revés o viceversa. Si acaso la hubieren provocado, entonces lo que habrían tenido en realidad habrían sido los cojones de provocarla (voluntad, deliberación, alevosía), no de no parar, pobre inocente. En qué cabeza cabe, en qué competición, en qué deporte, con qué axioma o código de barras y birretes, que ningún hijo del cielo (o del viento, o del infierno) provoque a propósito una caída para después parar y esperar con honores al caído. Por cierto, concluyo: ¿dó habrá quedado el adjetivo «santos»?