Unending blues
Nueva York, 1955. «En clase de literatura, la anciana profesora intentaba leer en alto algún relato de Edgar Allan Poe. A pesar de sus objeciones, los alumnos aportaban los efectos sonoros. Se podía escuchar el siniestro chirrido de una puerta o la tapa de un ataúd, el tictac de los relojes a medianoche y el viento que silbaba en una torre en ruinas. La profesora nos suplicaba que paráramos» (Charles Simic, ‘Una mosca en la sopa’, Vaso roto, Madrid, 2010, pág. 105). Pues ESO.
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