4.2.07

Nietos

No debe de ser casualidad, me digo, sino circunstancia acorde con el tiempo transcurrido y con la infamia de los hechos, que en los dos libros que, por imprevisto azar, acabo de leer uno tras otro, «Así fue pasando el tiempo. Memorias de una miliciana extremeña», de María de la Luz Mejías Correa, y «Lunas de agosto», de Justo Vila, que vienen a ser como la realidad de una misma ficción y la ficción de una misma realidad, sean justamente los nietos los que llevan, trasladan o transcriben la voz narrativa, nieto real y nominal en el primer caso, Manuel Pulido Mendoza, y nieto literario de un personaje asesinado en agosto del 36 en Badajoz, en el segundo. Resulta, sin embargo, descorazonador que, siendo, como es y debe ser, el tiempo de los nietos y, en consecuencia, el principio del tiempo de la historia y de la comprensión, haya tantos y tantos que se niegan a comprender y que arremeten con atizadores que no son precisamente, por desgracia, el atizador de Witgenstein.