18.10.13

Exorcismos

No hay peor trastorno en la memoria que creer equivocado un recuerdo cierto y empeñarse en la búsqueda de la solución, pues se produce una suerte de extravío que se aleja cada vez más del punto de partida, que es, sin saberlo, el de llegada. Lo comprobé ayer mismo una vez más. Quise evocar el título del libro en que Raymond Queneau hace ‘ejercicios de estilo’ (cómo iba a ser tan sencillo, tan tan descriptivo) en torno al joven que viaja en autobús y al que le falta un botón en el abrigo —ya se sabe: «dans l’autobus / dans l’autobon / l’autobus S / l’autobuson» (en el autobús / en el busbombón / el autobús S / el esesesón)— y era en vano, se resistían al título en mi memoria los 99 malabarismos retóricos que vienen a ser la biblia del Oulipo, así que apenas llegué a casa me lancé a las estanterías para comprobrar que, en efecto —‘Ejercicios de estilo’ (Cátedra), ‘Exercices de style’ (Folio)—, no se puede enmendar lo que está bien y si se enmienda malo. Culpo, no obstante, del trastorno a Guillermo Cabrera Infante, cuyos ‘Exorcismos de esti(l)o’ (Seix-Barral) se atravesaron como un diablillo en el camino.

8.10.13

Las Mestas

Puesto en la obligación o en la necesidad de decir algo, como corresponde a quien participa en una mesa redonda, tal vez hubiera dicho que ‘Las Hurdes’ de Buñuel es a Las Hurdes algo así como su ‘Poema del Cid’, su cantar de gesta primigenio, incluso con una más que entretenida y dilatada peripecia textual, de reconstrucción parafilólogica, como pusieron de manifiesto ponencias de filmoteca, tal vez hubiera aventurado que caben dos opciones de canto fundacional, la que representa para una parte del norte de Extremadura el venerable Gabriel y Galán, complaciente y panegírico en sus beneplácitos, y la que representa para Las Hurdes el insurgente, contradictorio y subversivo Luis Buñuel, cuyo nombre irá indefectiblemente unido para siempre a la comarca, y tal vez, en fin, hubiera concluido que preferir a uno u otro rapsoda, a un Per Abbat o a otro, es más cuestión estética, sentimental y de carácter, que intelectual y razonable, pero lo cierto es que el poder del imaginario transcurrió por otras superficies y que mis imaginaciones apenas anduvieron por Andarón.