25.2.07

Fray Luis

Leyendo ejercicios escolares no sólo se aprende mucho, por ejemplo que «Luis [por fray Luis de León] ingresó en la orden de los angustinos» o que «introdujo la corriente atlética en la literatura española», sino que se comprende el porqué de muchas cosas, en este caso, en primer lugar, el azaroso mecanismo de la etimología popular (debió de padecer muchas angustias Luis para hacerse angustino) y, en segundo lugar, la actividad a la que el pobre angustino se entregó durante los años de prisión para ser incluido como medalla olímpica en el anecdotario nacional con la ingenua e inverosímil marca off the record de «decíamos ayer» o, según leo aquí en otro ejercicio (cita literal rastreable en google), «dicebamus hesterna die».

16.2.07

Cederrón

En «Nocilla dream», de Agustín Fernández Mallo, novela sobria y austera que hay que leer dos veces si, cediendo al hábito de las lecturas cerradas, se quieren atar todos los cabos que, en su dispersión (113 capítulos breves o brevísimos), puedan ser atados, se incluyen párrafos (que son capítulos) de autores varios. Se me ha ocurrido copiar éste, de Jeff Rothenberg, que es el 45: «Año 2054. Mis nietos están explorando el desván de mi casa. Descubren una carta fechada en el 2004 y un CD-ROM. La carta dice que ese disco CD-ROM que tienen entre sus manos contiene un documento en el que se da la clave para heredar mi fortuna. Mis nietos tienen una viva curiosidad por leer el CD, pero jamás han visto uno salvo en las viejas películas. Aun cuando localizaran un lector de discos adecuado ¿cómo lograrían hacer funcionar los programas necesarios para la interpretación del disco? ¿Cómo podrían leer mi anticuado documento digital? Dentro de 50 años lo único directamente legible será la carta». Creo que no hace falta subrayar.

14.2.07

Historia

Estoy muy preocupado: esta noche he soñado con los suevos.

9.2.07

Corrección

El «Ahora la estupidez sucede al crimen» que escribió Cernuda en verso memorable admite, me digo, actualizaciones y se adapta, para desgracia nacional, a otro ahora, al ahora de ahora, de ayer mismo, cuando la estupidez precede al crimen indiscriminado (el criterio moral del personaje de Orson Welles en «El tercer hombre») y al crimen indiscriminado le sigue la chacota, que es oficio de taberna.

8.2.07

Psicológica

Cada paraguas abierto bajo la lluvia en las aceras de doble dirección es un indicio del carácter.

5.2.07

Iva

¡Cuánto desconcierto ha generado el IVA en la ortografía escolar!

4.2.07

Nietos

No debe de ser casualidad, me digo, sino circunstancia acorde con el tiempo transcurrido y con la infamia de los hechos, que en los dos libros que, por imprevisto azar, acabo de leer uno tras otro, «Así fue pasando el tiempo. Memorias de una miliciana extremeña», de María de la Luz Mejías Correa, y «Lunas de agosto», de Justo Vila, que vienen a ser como la realidad de una misma ficción y la ficción de una misma realidad, sean justamente los nietos los que llevan, trasladan o transcriben la voz narrativa, nieto real y nominal en el primer caso, Manuel Pulido Mendoza, y nieto literario de un personaje asesinado en agosto del 36 en Badajoz, en el segundo. Resulta, sin embargo, descorazonador que, siendo, como es y debe ser, el tiempo de los nietos y, en consecuencia, el principio del tiempo de la historia y de la comprensión, haya tantos y tantos que se niegan a comprender y que arremeten con atizadores que no son precisamente, por desgracia, el atizador de Witgenstein.

3.2.07

Lotería literaria

Nos alegran a veces cosas que no tienen más razón que la edad y el envejecimiento. Por ejemplo, que haya libros que se tienen por ahí, amontonados en las estanterías, «libros parásitos», que se leyeron en su momento, que se olvidan, a los que no se vuelve en años por inercia y a los que se vuelve de pronto por azar de ediciones o de rediciones con infantil regocijo: ¡Lo tengo! ¡Lo tengo! Así vuelvo yo ahora a las «Prosas apátridas», de Ribeyro (Tusquets, 3ª edición, 1986). Y, por otra parte, además, ese volver está lleno de viejos enigmas, o autoenigmas, de desconocimientos del propio yo y de sus aprendizajes o confusiones intelectuales, vaguedad de vaguedades y todo vaguedad. ¿A qué obedecen los viejos subrayados? Por ejemplo, entre otros muchos de estos doscientos textos: «¿Por qué dentro de cien años se seguirá leyendo a Quevedo y no a Jean Paul Sartre? ¿Por qué a François Villon y no a Carlos Fuentes?» (pág. 13-14). ¿Qué afirmación me satisfizo más hace veinte años, la exaltación de Quevedo o la condenación de Fuentes? Creo saber, sin embargo, quién tiene la respuesta: el ciudadano analfabeto de Plutarco. Que, al fin y al cabo, c'est moi.

2.2.07

Urbanidad

En las tertulias radiofónicas matinales o nocturnales, uno de los males de este tiempo audiovisual e hiperopinante, es frecuente oír decir, más o menos (las variantes del sentido son numerosas): «Yo no te he interrumpido mientras hablabas; no me interrumpas tú a mí ahora» (¡triste mundo éste de tanto aydelós: aquí, los pronombres personales del ombligo!). Es un doble síntoma: de impotencia y de mala educación. Por escasez de inteligencia lo primero y, lo segundo, porque la educación no es moneda de cambio y, si se pretende convertirla en tal, se degrada y devalúa.