28.3.07

139

«Cuatro de los trescientos ‘padres’ están a la mesa, los ciento cincuenta legos permanecen detrás con el mayor respeto. El rey los provee de esta comida que les hace aparecer tan sonrosados y alegres. No he visto unas caras como estas en mi vida, ni siquiera en los cuadros de Pablo Veronés, que se deleitaba pintando frailes garridos.
Dicen que el mantenimiento de esta gran familia le cuesta al rey no menos de doscientos mil cruzados al año; no me parece una exageración considerando que a una media de treinta y dos dientes por boca , son más de catorce mil dientes masticando dos veces al día durante todo el año.» (Giuseppe Baretti, «Viaje de Londres a Génova a través de Inglaterra, Portugal, España y Francia», Reino de Redonda)

Cumpliendo con la tarea encomendada. Los tres primeros libros (de la izquierda: «Jarmila», «Mi Lvov», «El cuenco de la mano») no tienen 139 páginas, de modo que paso al cuarto. Sigan, pues, si les place y les complace, cual estribillo de zéjel, Ismael, Julio y Miguel.

24.3.07

Cortázar

Como lector, he alternado euforias, alejamientos e intermitencias con respecto a Julio Cortázar. No olvidaré jamás cuándo y dónde leí «Rayuela», ni las circunstancias que rodearon al «Libro de Manuel». Además de algunos cuentos universales, valoro especialmente «El perseguidor». Le corresponde, en suma, a Julio Cortázar una aureola singular de escritor eternamente adolescente, arquetipo de cierta mitología literaria inmaterial. De ahí que sea especialmente triste y enojoso oír su voz -¿su voz?- en un anuncio televisivo desgranando con sus erres frases sueltas del «Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj», my friend.

10.3.07

Etimologías

El PP monta el caos (Del lat. chaos, y este del gr. χαος).

9.3.07

Lost

Antaño y no tan antaño, el viajero perdía el norte. «¿Qué norte guiará la nave al puerto?», se quejaba fray Luis de León tras el abandono del Pastor Santo. Y perder el norte, o la luz, era cosa grave, como asegura Rubén Darío: «Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a tientas. Voy bajo tempestades y tormentas, ciego de ensueño y loco de armonía». Hogaño, sin embargo, no sólo se pierde el norte, sino el norte, el sur, el este y el oeste. Y lo que es peor para todos y más grave: el centro (que no es el propio y muy ambiguo ombligo).

3.3.07

Manguel

Como me gustó «Una historia de la lectura» y no me disgustó «Leer imágenes», leo «La biblioteca de noche» y, a medida que avanzo, busco una etiqueta para su autor. Erudito, pienso, pero no, ni coleccionista de curiosidades, ni rastreador de anécdotas, aunque de todo haya en sus libros: erudición, curiosidades, anécdotas y otros condimentos. Alberto Manguel es un «bon vivant» del libro y la lectura.