28.6.06

Ergo sum

Sentencias latinas como «verba volant, scripta manent» o como «ars longa, vita brevis» se vienen repitiendo tantas veces y desde hace tanto tiempo que ni se nos ocurre discutir su contenido, entre otras cosas porque son o parecen literalmente ciertas: lo oral, en efecto, caduca antes que lo escrito y la vida del artista es más breve que la de su obra. De ahí que al leer una frase como «nosotros pasamos, el arte no permanece» (Pierre Michon, «Cuerpos del rey», Anagrama, p. 23) haya que volver sobre tales sentencias y convenir en que donde he escrito «son, parecen, caduca, es» (en presente) debería haber escrito «eran, parecían, caducaban, era» (en imperfecto) y no por el avance de las tecnologías (magnetófonos, vídeos, cedés, deuvedés, etcétera), sino por el mismo vértigo de un presente en que ni el arte es duradero ni los escritos permanecen y por la circunstancia social en la que todo escrito y todo arte tienen apenas una vigencia puntual y momentánea, efervescente, como los genéricos de la industria farmacéutica. Sin embargo, tal vez la frase de Michon pueda volverse del revés, «nosotros no pasamos, el arte permanece», admitir certera explicación y entonces estaríamos ante dos verdades compatibles y contrarias, algo que ocurre, por lo demás, con constante frecuencia. No sé, no sé.

23.6.06

Paradoja

He estado esta mañana haciendo fotos con Toni Gudiel en la estación. Nos ha reñido el interventor.

22.6.06

Moralia

Sorprende la arrogancia del reo ante el tribunal, y tal vez en esa capacidad de sorpresa, en la imposibilidad de comprender que se añadan burlas al crimen y chanzas al dolor, radique lo que entendemos o queremos entender por «humano», pese a que el cine y la literatura han desarrollado hasta la desmesura esa doble condición del «malo»: hacer el mal y no sentirlo, hacer el mal y celebrarlo, un grado de celebración que se extiende por una interminable escala de arquetipos, desde la más primitiva brutalidad animal hasta los más complejos entresijos de la psiquiatría y la neurología. Pero quizá esa sorpresa y ese sorprenderse sean un modo (inconsciente, o intuitivo, o socialmente inducido, o producto de una gramática de los sentimientos, etcétera) de situarse en el bando de los «buenos», de declararse «humano», como un certificado o un expediente autónomo de la propia bondad. Y esa complacencia moral tal vez también sea, en sí misma, inmoral.

16.6.06

Argumentum blogicum

Como bien se sabe, la relación entre sujeto y objeto, llevadera en las aventuras gramaticales, es conflictiva y paradójica en el ejercicio y la expresión del pensamiento. Basta ver de tarde en tarde los comentarios que aportan los internautas a la prensa digital o a los blogs más concurridos, basta ver incluso la misma prensa digital y los mismos concurridos blogs para advertir cómo, en general, prevalece el sujeto sobre el objeto, cómo la ideología, las creencias y las convicciones o convenciones del yo se sobreponen a toda razón sensata y procedente. Hay además tal sobreabundancia de yoísmo que se genera una comicidad extraordinaria, incongruente, tal vez psicoanalítica: por una parte, el sujeto comentador que escribe es anónimo o seudónimo, firma Asdfg o firma Qwert o Quetedén o Nomejodas, las más pintorescas y peregrinas combinaciones, lo que nos lleva a un yo que no es un yo, un yo virtual que sólo es yo en el empleo del pronombre; por otra parte, se esgrime con fiera contundencia el llamado argumento «ad hominem», pero por «homines» que no se conocen entre sí, que no pueden lanzarse, por tanto, en su combate subdialéctico, ni comportamientos, ni indignidades, ni hipocresías personales que contradigan las palabras, lo que sin duda, en su perversión, es aún más virtualmente meritorio. De ahí que, leyendo estos últimos días las trifulcas de «Las piedras del río», haya tenido que acordarme necesariamente del «argumentum ornithologicum» que oponía Borges al célebre argumento ontológico de san Anselmo y se me haya ocurrido pensar que la era digital ha aportado un nuevo método de pensamiento al animal racional: podría llamarse «argumentum blogicum». Tengo que definir las líneas básicas de su formalización.

10.6.06

Víctimas

Que la violencia no debe ser un medio para obtener un fin (otra cosa es que no lo sea y no lo haya sido siempre) es máxima comúnmente admitida. Pero que tampoco el dolor (la sangre derramada, el martirio religioso, el trágico heroísmo en el combate, etcétera) debe ser un medio para obtener un fin parece máxima, en este presente aciago y ciego, de más difícil aceptación. Y, sin embargo, humanamente hablando, esgrimir el dolor, individual o compartido, como medio y como razón política, es también, además de una triste desacreditación de ese dolor, una forma engañosa y justiciera de violencia.

6.6.06

Sex appeal

Llevan días y días hablando de la avalancha sexual que se abatirá sobre Alemania, de la Sodoma y la Gomorra en que se convierten los grandes acontecimientos deportivos internacionales, de los miles de mujeres que, por fuerza o de grado, venidas o traídas de todo el mundo, superando azarosas odiseas marítimas o aeroportuarias y burlando las más pintorescas trabas fronterizas, recalarán en las distintas sedes del inagotable campeonato mundial de fútbol. ¿En qué momento, me pregunto, tanta denuncia se torna hipocresía y publicidad? ¿Se tratará en suma, me digo, del célebre y recurrente y ya tan popular «efecto llamada», o, dada la materia laboral de las migraciones, de un «sex appeal» al por mayor? Todo, en fin, concluyo, se reduce a cuartos, cuartos y cuartos.

4.6.06

Tautología

Una letanía siempre será una letanía. No hace falta recurrir a ninguna acepción del DRAE (la tercera, por ejemplo: «Lista, retahíla, enumeración seguida de muchos nombres, locuciones o frases») para saberlo. Y no hay Muerte ni Espada que altere su semántica. (Omito, por respeto, otras consideraciones.)

3.6.06

Epíteto

«Ilusionante» es adjetivo en alza. Todos (muchos: prensa, radio televisión) proponen proyectos ilusionantes: políticos en la polis, dirigentes deportivos en los clubes, alcaldes en los municipios y empresarios en las empresas. Toda ilusión es un aplazamiento, un «todavía no, pero ya veréis dentro de un tiempo», luego un vacío, una oquedad, engañosa verborrea. La sabiduría popular lo sabe: «De ilusión también se vive». El pensamiento inane se empeña en aprovechar la necesidad de ilusión que generan la miseria capital y la miseria moral. No usar el nombre de Dios en vano era un mandamiento reducido a tabú, un tabú erróneo, porque salvaba una sola palabra de la piratería verbal. Ningún nombre ni verbo ni adjetivo ni adverbio debería emplearse en vano, pues esa vanidad genera nociones mentirosas, palabras que quedan por debajo de toda significación, genera subpalabras, produce infralenguaje. «Ilusionante» es ya «estoy engañándote», es «no te fíes», es «no sé cómo saldremos de este embrollo, Dios nos asista». Y, por lo mismo, es síntoma elocuente de este mundo ligero, perjuro y sin remedio.

2.6.06

El sexto sentido

A veces veo blogs. De madrugada, por hastío y por estadística, al hilo laberíntico de enlaces azarosos y, sobre todo, de comentarios ad link. Compruebo así la magnitud anónima de la necedad, la mezquindad, la arrogancia y, como dijo alguien que sin saber sabía, la reprimencia.