Para Álvaro Valverde, que destapó hace años
la caja de los truenos en el Extremadura
Dos viejas notas a propósito de la autoridad lingüística que la (así llamada) Güiquipeya atribuye al venerable Gabriel y Galán.
1. Los recursos dialectales [de GG], en verdad mínimos, pueden reducirse a unos pocos, entre los que cabe mencionar los siguientes: tendencia a cerrar las vocales finales:
genti, benditu; aspiración de
h- (incluso inexistente) y de
f- iniciales:
jondu, jechar, jabrir, juerza; pérdida de consonantes intervocálicas, sobre todo
-d- :
delicaeza, miaja, pa; reducción de grupos consonánticos:
tamién, mereza, ensinia, ginasia, istanti, estrución; sustitución de determinadas consonantes en posición implosiva:
comel, velgüenza, jues, crus, gaspacho; velarizaciones:
güeno, golvel, golel; inclusión de
yod: jolgacián, quiciás, alabancia, urnia; creación y reducción de diptongos:
priesa, cuasi, pus, pos (pues); pérdida de
d- inicial o
-d final:
esconfío, esnúo, usté, ciudá; incorporación de
d- inicial:
dil (ir); plurales vulgares:
cafesis, yanquisis; alternancia vocálica:
dispués, menistro, nenguno; vocales protéticas y trueques vocálicos:
arrempujonis, ajuyó, ataponar, entavía, enjamás, altoncis, enfelices, escureza, enfluencias; perfectos fuertes y otras irregularidades verbales:
vinon, dijon, estuvon, quison, haiga, habiera, quedrás, trujiera; abundancia del sufijo
-ino; arcaísmos léxicos; etcétera.»
2. «El dialecto ha sido sacrificado a la rusticidad», según Zamora Vicente. También a la métrica, añado. Sólo así se explican las numerosas vacilaciones existentes [en la poesía de GG], las cuantiosas variantes, apreciables, incluso, dentro de un mismo poema, como puede verse en la alternancia de la preposición «de/e» en estos versos de «El embargo»: «Embargal esi sacho
de pico, / y esas jocis clavás en el techo, / y esa segureja / y esi cacho
e liendro [...] ¡Pero a vel, señol jues: cuidiaito / si alguno
de ésos / es osao
de tocali a esa cama / ondi ella s'ha muerto…» (y tanto da consultar la edición de 1902, la edición Baldomero de 1905 y sus secuelas seculares, la edición Acevedo de 2005 o la que ni siquiera voy a mencionar).