27.7.12

Zona porcuaria

Hay en la nacional cinco un punto kilométrico, ya en tierras (contra todo pronóstico y toda tradición) castellano-manchegas, al que, en mi particular cartografía, dadas la persistencia de sus características y su inefable e ibérica hedentina, he decidido declarar, sin más glosas ni exégesis, zona porcuaria. Acuñado queda.

21.7.12

Oír a Darío

Andaba yo como de costumbre ideando un palíndromo in mente mientras conducía, sobre un núcleo «oírnos / sonrió» (o viceversa), pero no le encontraba acomodo válido ni solución curiosa, pues, por ejemplo, en «Sam al oírnos sonrió más» sobraba «al» y no había forma de incluir «la» y en «Nada más oírnos sonrió Sam Adán» resultaba la onomástica contradictoria y excesiva, de modo que apenas llegué a destino tecleé la base en un buscador. Apareció entonces la voz del Yavé de los palíndromos, por medio de su profeta Darío Lancini, hablando desde el plural mayestático de la creación con el primer poblador del paraíso en una clara muestra (lo que me dejó realmente satisfecho, sólo eché de menos un punto de melancolía por el error) de que mis tentativas no iban desencaminadas: ADÁN, AL OÍRNOS SONRIÓ LA NADA.

16.7.12

A posta

Considerando el episodio postal (si fue ruido o fue furia es cuestión secundaria) que el propio Faulkner se encargó de propagar —«La familia le consiguió un empleo: administrador de correos. Dimitido por acuerdo mutuo por parte de dos inspectores; acusado de arrojar todo el correo recibido a la basura. Nunca se comprobó cómo dispuso del correo saliente» (pág. 75)—, no deja de sorprender, a la vista de las 648 páginas de estas ‘Cartas escogidas’ (subrayaremos «escogidas») y de la frecuente urgencia de sus necesidades, el crédito que, a pesar de sí mismo y de sus más que probables imitadores, concedía el autor de ‘Mientras agonizo’ al servicio de correos norteamericano. Todo el mundo acaba cayendo del caballo.

11.7.12

Sajafajas

Durante mucho tiempo coleccioné fajas, «tira de papel que se pone sobre la cubierta o la sobrecubierta de un libro», según el drae, los recursos editoriales de cada novedad, de cada elogio, de cada galardón, pero hoy he tomado una decisión seria, coherente, radical, constructiva, y no sólo he decidido reciclar la colección entera —un extenso arcoiris proclamando con autoridad bellezas extraordinarias, honduras insondables, sublimes riesgos literarios, etcétera, en el fondo del contenedor azul—, sino que, viendo la frecuencia con que el señuelo afecta sólo a la cubierta o sobrecubierta y condena al silencio la contracubierta, vengo en proponer un modelo de faja universal sin texto, de modo que, en lugar de la «breve leyenda impresa alusiva a su contenido o a un galardón que se le ha otorgado», que dice también el drae, figuren en la tira de cubierta, y por orden alfabético, sólo los nombres de quienes han opinado favorablemente sobre el libro —Vargas Llosa, Verbi Gratia, Vila-Matas, et alii— y en la de contracubierta los de quienes se han mostrado críticos, negativos e incluso pendencieros —... (dejo en puntos suspensivos la cuestión)—, que, según creo, tanto puede ayudar en la promoción lo uno como lo otro, la extraña paradoja de los veredictos.

4.7.12

Gasolineras

Como a veces, por despiste sobre la reserva del depósito o en autovías de uso infrecuente, hay que someterse a tortuosos y malévolos trayectos para repostar, hoy vengo en proponer a la degeté una modificación formal de la señal que anuncia la ubicación de las gasolineras (cfr. estaciones de servicio) para mejor guía de perplejos, de modo tal (es la propuesta) que la manguera que sale, en la señal, del surtidor deje de ser un superfluo ringorrango ornamental y adquiera una significación precisa y variable y, si cabe la expresión, gasolinerizada, esto es, indicativa de cada gasolinera singular, y así, con versatilidad icónica, e incluso emoticónica, cual serpiente amaestrada con música oriental, se levantaría por encima del surtidor apuntando con la cabeza o con la boca a la derecha o a la izquierda de la ruta, abrazaría el surtidor como en la arroba (sic: @) si el desplazamiento del sufrido e insurto conductor exige cambio de sentido, se enroscaría en espiral sobre sí misma para advertir de la distancia en kms desde el carril de desaceleración hasta el punto de venta y, ya puestos, en fin, a los malabarismos de la manguera le añadiría como complemento la presencia de un muñequito simpático y azul, con los brazos abiertos, de pie junto al surtidor, para indicar la existencia de mano de obra cualificada en las tareas de repostaje.