Se extraña César Aira de que en la abundantísima correspondencia de Edward Lear, adicto al «limerick», que escribía unas 30 cartas cada día antes del desayuno, no haya ninguna mención a Lewis Carrol, en cuyas 98.721 cartas, por otra parte, tampoco aparece nunca el nombre de Edward Lear, cuando, según Aira, tenían tantas cosas (literarias y victorianas) en común. «Curioso silencio, que podría responder a celos o rivalidad», escribe y conjetura, aunque enseguida añade: «pero no parece una explicación suficiente, pues
no hay nada más locuaz que los celos o la rivalidad» («Edward Lear», Beatriz Viterbo Editora, p. 165, cursivas mías).
[EJERCICIO]Dos autores había en Inglaterra
Que poblaron de epístolas la tierra
Mas nunca se nombraron
En lo que epistolaron
Estos incongruentes autores de Inglaterra.